USA is back
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José Manuel Silva
Desde que se inició la gran crisis financiera internacional hacia fines de 2007 (¡seis años ya!), el mundo desarrollado se ha parecido a un concurso de belleza en donde se elije a la menos fea. En un comienzo fue Estados Unidos el que más se vio afectado. En la práctica, Wall Street quebró y el mundo asistió atónito a cómo, uno tras otro, los grandes bancos de inversión norteamericanos caían como dominós y eran rescatados y reconvertidos en bancos comerciales (más regulados y con menos apalancamiento). Europa se ufanaba de que el capitalismo anglosajón, muy intensivo en finanzas, era peor al modelo imperante en el viejo continente. Lamentablemente, esto duró poco, en el corazón de Europa yacía una podredumbre aún mayor. Los dominós que cayeron no fueron tanto bancos como estados. Lo que hizo tambalear al euro y al proceso de integración económico. De Japón, mejor no hablar, dado que el país lleva 20 años de estancamiento y es poco probable que la llamada “Abenomics” lo resucite estructuralmente.
Luego de seis años, Estados Unidos parece estar por ganar el concurso de la menos fea, fruto de una combinación de rapidez para reestructurar al sistema financiero y otros en quiebra, con una economía que sigue siendo la más flexible y creativa del mundo G-7. “Hecho en China, diseñado en California”, es la mejor descripción de ello. Es por eso que en esta misma columna recomendamos hace ya más de un año que la bolsa norteamericana parecía más atractiva que los mercados emergentes. En especial todas aquellas empresas intensivas en marcas, patentes, intangibles, capital humano, y cuyas ventas crecen en mercados emergentes pero tienen un sólido flujo de caja en mercados desarrollados.
Varias buenas noticias están contribuyendo a reponer a Estados Unidos en el radar de los inversionistas. Lo primero, y por donde comenzó la crisis, es la recuperación lenta pero constante del mercado inmobiliario. El stock de casas a la venta está en mínimo de 20 años, sus precios comienzan a subir y con ello millones de hogares “salen del agua”, ya no tienen patrimonio negativo en sus hipotecas. La riqueza de los hogares ya alcanzó el nivel de 2007, fruto también de la recuperación bursátil. Ello sustenta el consumo y permite que el gobierno pueda reducir su déficit sin que la economía recaiga en recesión. La recuperación inmobiliaria y del balance de los hogares ha permitido sanear a los bancos, cuyos ingresos operacionales ya se asemejan a los del período 2005/2007. Estos vuelven a prestar, en especial al segmento comercial/industrial.
El déficit fiscal también parece bajo control. Por una mayor recaudación a la esperada, por el ajuste de gasto acordado y por mayores impuestos. El año fiscal 2013 terminará con el menor déficit desde el inicio de la crisis (algo más de 4% del PGB). La presión fiscal norteamericana sigue siendo mucho más baja que la europea (32% del PGB vs. 47%) y por lo tanto hay aquí mayor margen de maniobra.
Finalmente, no podemos olvidar el notable shock de oferta que está beneficiando a la economía norteamericana: el aumento sustancial en la producción del llamado gas de esquisto (shale gas) y del petróleo de esquisto. Ello ha contribuido a disminuir fuertemente el precio interno del gas natural en Estados Unidos, aliviando a empresas y hogares. Esta revolución energética que hace de Estados Unidos mucho menos dependiente de la energía externa, es en definitiva el triunfo de un país que nunca cesa de apostar a la tecnología y a los empresarios que son los vectores que la llevan al mercado. Son justamente cambios tecnológicos los que han permitido acceder a estos nuevos yacimientos de gas y petróleo. Estados Unidos sigue teniendo la mejor red universitaria mundial productora de patentes y nuevo conocimiento.
Por todo lo anterior mantenemos nuestra opinión que en términos relativos los activos norteamericanos siguen siendo de los más atractivos en el mundo. En especial las empresas que permiten apostar a la creatividad de su economía. Es cierto que en los próximos años el país del norte tendrá el desafío de reducir el gasto fiscal y de normalizar su política monetaria, sin embargo el dinamismo de su sector privado contribuirá a hacer este ajuste menos doloroso y permitirá probablemente que su moneda vuelva a revalorizarse.